La música no puede expresar por sí misma los extraños conceptos del hombre: el amor o la tristeza que hallamos en las melodías que escuchamos, en realidad, son emociones que les atribuímos y que de ninguna manera les son intrínsecas; por eso, en esencia, no es posible hablar de canibalismo con una pieza musical, no hay modo de tocar una sucesión de notas y que ellas signifiquen por sí mismas “comer carne humana”; pero, merced al auxilio de las palabras y el canto, la música puede sostener —equívocamente— discursos conceptuales, ideas y hasta historias.
Entonces, valiéndose de éste artificio, muchos compositores han dado a luz canciones que tratan el tema de la antropofagia y que vale la pena recoger en esta antología, porque nos dan pautas de cómo entendemos y apreciamos el fenómeno de comer carne humana. De lo cómico a lo trágico, los poemas que se acompañan de música, ofrecen extrañas historias que pretendo ofrecer y comentar a continuación.
El niño caníbal
Yo soy un niño caníbal y nadie me quiere a míNo me quedan amiguitos porque ya me los comíPorque ya me los comíNo tengo padre ni madre, tampoco tengo hermanitosNo tengo tíos ni tías, tengo muy buen apetitoTengo muy buen apetitoNunca me río, nunca juego, vivo alejado de la genteNi abro la boca, ni sonrío, estoy cambiando los dientesCuando me comí a mi abuelo, me castigó una semanaMi abuela que es una vieja gruñona y vegetarianaGruñona y vegetarianaSi un día se la comieran, con todas su verdolagasPero es tan insoportable que la tribu no la tragaQue la tribu no la traga¡Viene de ahí!Nunca me río nunca juego, vivo alejado de la genteNi abro la boca ni sonrío estoy cambiando los dientes.Le pido a los Reyes Magos un poquito de KetchupY muchos descubridores para cambiar el menúPara cambiar el menúY pido para mi abuela arróz y harina a su antojoPara que cuando se muera, se la coman los gorgojosSe la coman los gorgojosNunca me río, nunca juego, vivo alejado de la genteNi abro la boca, ni sonrío, estoy cambiando los dientesNunca me río, nunca juego, vivo alejado de la genteNi abro la boca, ni sonrío, estoy cambiando los dientes
Esta peculiar canción es obra del comediante, cantautor y escritor argentino Luis Pescetti. Su argumento es claro y no precisa de mayores explicaciones; pero, cabe agregar que nuestro protagonista sufre los prejuicios de rigor que sufriría cualquier otro caníbal: el aislamiento y la proscripción de sus hábitos alimenticios. La presencia de la abuela hace contraste con la del infante y resulta ser una oposición: niño caníbal / anciana vegetariana. En cuanto a lo musical, podemos señalar que la obra es austera en forma y materiales: versos se suceden con coros. Armónicamente, el compositor utiliza una sucesión de acordes modales que le dan a la pieza un tono primitivo, afín, en suma, al tema antropófico que inconveniente vinculamos con lo salvaje y anacrónico.