miércoles, 2 de febrero de 2022

Antología de cuentos sobre antropofagia: E7. La armonía de la carne al desgarrarse y los huesos al quebrarse

La música no puede expresar por sí misma los extraños conceptos del hombre: el amor o la tristeza que hallamos en las melodías que escuchamos, en realidad, son emociones que les atribuímos y que de ninguna manera les son intrínsecas; por eso, en esencia, no es posible hablar de canibalismo con una pieza musical, no hay modo de tocar una sucesión de notas y que ellas signifiquen por sí mismas “comer carne humana”; pero, merced al auxilio de las palabras y el canto, la música puede sostener —equívocamente— discursos conceptuales, ideas y hasta historias.
Entonces, valiéndose de éste artificio, muchos compositores han dado a luz canciones que tratan el tema de la antropofagia y que vale la pena recoger en esta antología, porque nos dan pautas de cómo entendemos y apreciamos el fenómeno de comer carne humana. De lo cómico a lo trágico, los poemas que se acompañan de música, ofrecen extrañas historias que pretendo ofrecer y comentar a continuación.

El niño caníbal
Yo soy un niño caníbal y nadie me quiere a mí
No me quedan amiguitos porque ya me los comí
Porque ya me los comí
No tengo padre ni madre, tampoco tengo hermanitos
No tengo tíos ni tías, tengo muy buen apetito
Tengo muy buen apetito
Nunca me río, nunca juego, vivo alejado de la gente
Ni abro la boca, ni sonrío, estoy cambiando los dientes
Cuando me comí a mi abuelo, me castigó una semana
Mi abuela que es una vieja gruñona y vegetariana
Gruñona y vegetariana
Si un día se la comieran, con todas su verdolagas
Pero es tan insoportable que la tribu no la traga
Que la tribu no la traga
¡Viene de ahí!
Nunca me río nunca juego, vivo alejado de la gente
Ni abro la boca ni sonrío estoy cambiando los dientes.
Le pido a los Reyes Magos un poquito de Ketchup
Y muchos descubridores para cambiar el menú
Para cambiar el menú
Y pido para mi abuela arróz y harina a su antojo
Para que cuando se muera, se la coman los gorgojos
Se la coman los gorgojos
Nunca me río, nunca juego, vivo alejado de la gente
Ni abro la boca, ni sonrío, estoy cambiando los dientes
Nunca me río, nunca juego, vivo alejado de la gente
Ni abro la boca, ni sonrío, estoy cambiando los dientes

Esta peculiar canción es obra del comediante, cantautor y escritor argentino Luis Pescetti. Su argumento es claro y no precisa de mayores explicaciones; pero, cabe agregar que nuestro protagonista sufre los prejuicios de rigor que sufriría cualquier otro caníbal: el aislamiento y la proscripción de sus hábitos alimenticios. La presencia de la abuela hace contraste con la del infante y resulta ser una oposición: niño caníbal / anciana vegetariana. En cuanto a lo musical, podemos señalar que la obra es austera en forma y materiales: versos se suceden con coros. Armónicamente, el compositor utiliza una sucesión de acordes modales que le dan a la pieza un tono primitivo, afín, en suma, al tema antropófico que inconveniente vinculamos con lo salvaje y anacrónico.

7. Invocación y evocación de la infancia

En un viejo cuaderno escolar tengo escrita esta frase al margen de una de las últimas páginas: Busco quién se acuerde de lo que se me olvida...