Las cosas se categorizan, se organizan para su manipulación; se establecen relaciones, correspondencias y diferencias de estas divisiones. Las diferencias derivan en exclusiones; y ¿quién diría que la música tiene una relación estrecha con la luz?
El músico, absorto en las relaciones de los sonidos (de aparente perfecta división), con la mente sesgada por la aceptación inequívoca de que el sonido está bajo su control, olvida que en realidad esto es la música: el sonido. La materia elemental de la que se vale son las vibraciones transmitidas por el aire. Leamos a Hans Moser, de su libro de Teoría general de la música: “en el caso de mayor aceleración [de la ondas de sonido] estas frecuencias pasarían paulatinamente a la región de las vibraciones del calor, de la electricidad, y finalmente, de la luz.”
Es a propósito de esto que he elegido este cuento (sí, volviendo a las clasificaciones, se le puede llamar así) de Juan Rodolfo Wilcock. Una biografía ficticia sobre un iconoclástico pensador; hombre imaginario que encuentra en la relación de la luz con el sonido más que cuestiones de física. Quizá este no sea un cuento propiamente sobre música —pero, como decía— es sobre sonido, ¿Y qué otra cosa es la música sino sonido?
Wilcock no es un escritor frecuentado; pasó mucho antes de que pudiera hacerme con La sinagoga de los Iconoclastas; ya, antes de eso, había leído el cuento que Borges y cía. incluyeron en ediciones posteriores de su Antología de la literatura fantástica. Atiendan mi recomendación, busquen a Wilcock, y para quien después de esto quiera más Iconoclastas, les dejo el libro completo aquí.
A la prolongada discusión post-mortem entre Huygens y Newton sobre la naturaleza de la luz (ᴀ) se apuntaron, entre otros muchos, obispos, locos, farmacéuticos, una princesa de Thurn und Taxis (ʙ), un entomólogo de la sagrada puerta (ᴄ), Goethe (ᴅ); sus títulos académicos no siempre eran los que el tema exigía, pero nadie los tuvo más escasos que Franz Piet Vredjuik, enterrador de Undenthot en los Países Bajos, sí es cierto que, como él mismo manifestaba, en toda su vida sólo había leído dos libros: la Biblia y las obras completas de Linneo (ᴇ). Esta presunción suya, que le hace único en el irregular campo de la filosofía post-newtoniana, se lee de manera explícita, y es difícil decir si petulante o modesta, en el prefacio del único opúsculo suyo que ha llegado hasta nosotros: El Pecado Universal, o Discurso sobre la identidad entre sonido y luz (1776, Utrecht). Como cualquier puede deducir del título, el objetivo del breve tratado consiste en demostrar —o más exactamente afirmar, sin otra demostración que una serie de precisos llamamientos a la intuición— que el sonido es luz, luz degenerada.¹
Desde el punto de vista meramente estructural, admitida posteriormente la hipótesis llamada ondulatoria, la propuesta de Vredjuik podría parecer defendible; mucho menos aceptable parece, no obstante, su motivación, que es la siguiente: la causa eficiente y universal de la transformación regresiva y recurrente de la luz en sonido es el pecado original.
Dicha tesis presuponía, para comenzar, una relación jerárquica entre sonido y luz² tan evidente que casi no merece otras aclaraciones: la luz era por definición mucho más noble que el sonido. Todavía hoy subsiste esta tacita prerrogativa, cuando no tiende a expresarse. Casi nadie ha leído a Vredjuik, pero todos están de acuerdo en reconocer los privilegios de la luz; nada, por ejemplo, puede superarla en velocidad; de no existir la luz, no habría ningúna otra cosa en el universo; sólo la luz consigue prescindir de la materia; y así sucesivamente. Nadie, sin embargo, sostiene actualmente, como Vredjuik, que esto sucede simplemente porque sólo la luz, entre todas las manifestaciones del cosmos, no ha sufrido las consecuencias del pecado de Adán. Apenas rozada por el pecado, la luz se estropea y se convierte en calor, suciedad, bestialidad, ruido.
La idea de la fundamental identidad entre luz y sonido se le había ocurrido a Vredjuik, como explica él mismo, pocos días después de la llegada al mundo de su segunda hija, Margarethe. Una noche, a eso de las dos de la madrugada, su hija había comenzado a chillar, como solían hacer los recién nacidos holandeses por aquellos tiempos, cuando de repente sus chillidos alcanzaron una intensidad y un diapasón (3) tan poco habituales, que el padre, con las mantas estiradas hasta cubrirle los oídos, vio en la negra oscuridad encenderse tres estrellas como centellas: era un primer ejemplo de sonido convertido en luz. Posteriores reflexiones llevaron a Vredjuik a presuponer una directa relación entre este fenómeno y el hecho de que Margarethe hubiera sido bautizada ese mismo día: no habiendo contenido después la niña ningún pecado, sus cuerdas vocales mantenían, y seguirían manteniendo durante un breve tiempo, la bivalente capacidad de emitir tanto sonido como luz; en efecto, el fenómeno fue disminuyendo con el tiempo, a medida que la recién nacida iba siendo, como corresponde al destino humano, una cada vez más acendrada pecadora.
Otra prueba decisiva, según Vredjuik, era la prueba del disparo de mosquetón lejano: si se situaba un mosquetón sobre un barril o sobre el techo de una casa, y a unos centenares de pasos se sitúa un observador encima de otro barril o sobre el techo de otra casa (en Holanda escasean las alturas), cuando el mosquetón dispara un tiro —mejor si es de noche— el observador ve una lucecita y al cabo de un instante no despreciable de tiempo le llega el ruido del disparo. Obviamente se trata en ambos casos del mismo fenómeno, reconducible a la ignición de una cierta cantidad de pólvora: una parte de esta luz, sin pecado llega inmediatamente al observador; la parte contaminada —quién sabe qué manos han tocado esa pólvora— llega en cambio con dificultades, bajo la capa del estallido. De la misma manera, aclara más bien oscuramente Vredjuik, el sifilítico camina con bastón.
Otros ejemplos de luz sin pecado son: las estrellas, de las que los paganos afirman que suelen producir una música, pero que evidentemente no la producen en los países cristianos, porque el autor las ha escuchado en Udenhout más de una noche, cuando callan los animales y los ríos; el sol, del qué nunca se ha oído un sólo estallido, y la luna, notoriamente silenciosa; la niebla que nunca hace ruido; las lámparas de las iglesias reformadas holandesas (las de las otras despiden una crepitación característica); los comentas (Vredjuik admite que nunca ha visto ni escuchado ninguno, pero se lo han dicho); los ojos de los niños mudos (el cuarto hijo del autor era mudo); el famoso faro de Nueva Amsterdam, hoy Nueva York; y en general toda la cadena de faros entre Zelanda y Frisia; algunos tipos benignos de fantasmas y fuegos fatuos.
El libro del olvidado sepulturero de Brabante se cierra con una «Advertencia al lector», sobre la intrínseca inmoralidad del ruido, de la música, del canto y la conversación.
Notas
ᴀ. Entre las diversas investigaciones de Isaac Newton hubo una centrada en los fenómenos de la luz. A mediados del siglo XVII, sus postulados teorías e ideas lo llevaron a envolverse en una disputa con otro importante científico de su época: Christiaan Huygens. Cada uno sostenía posturas que en aquella época eran inconciliables —cosa que la ciencia moderna ha mostrado como caras del mismo dado—; mientras que Newton afirmaba que la luz era de naturaleza corpuscular, Huygens decía que la luz era de naturaleza ondulatoria. La diferencia estriba en que, mientras en la concepción corpuscular la luz se propaga por diminutas partículas materiales emitidas a gran velocidad en línea recta por cuerpos luminosos, en la concepción ondulatoria la luz se propaga por medio de ondas mecánicas y la energía no se concentra en corpusculos como en la teoría newtoniana, sino que se concentra al frente de la onda; está teoría tiene relación con la que explica la propagación del sonido, ya que también se habla de un medio de propagación para las ondas luminosas, que en este caso es el Éter.
Ambas presentan aciertos y flaquezas; y cada una explica particulares comportamientos de la luz; la ciencia moderna fue descubriendo que la luz tiene una extraordinaria naturaleza dual, lo cual hace que determinados fenómenos de luz sean explicados por corpusculos (como el efecto foto eléctrico de Einstein) y ondas (como la luz en el espectro de ondas electromagnéticas de Maxwell).
ʙ. La familia aristocrática de Thurn und Taxis es una de las más notorias de europa; su origen data del siglo XII, y aunque de orígen Italiano, se establecieron en Alemania al rededor del año 1624. Su fortuna fue amasada principalmente por establecer el servicio postal a lo largo de europa. La referencia que hace Wilcock es oscura, pues desde 1704, año en que inicia la disputa entre Newton y Huygens, hasta 1971, año en que se publica en Italia la primera edición de la Sinagoga de los Iconoclastas, la familia Thurn und Taxis ha tenido buena cantidad de princesas, por ello es difícil determinar a qué princesa se refiere con exactitud. Como nota marginal a esta nota, el escritor norteamericano Thomas Pynchon en su libro La subasta del lote 49 fabula que la familia Thurn und Taxis se disputa el monopolio del servicio de mensajería postal con una extraña organización llamada Trystero. La novela es absolutamente extraña... Aún hoy no estoy seguro de haber entendido bien la trama de ese libro.
ᴄ. La sagrada puerta (o sublime puerta) es la forma en la que se refería a la corte diplomático del Imperio Otomano, y por extensión al mismo imperio, en la antigüedad; la razón es porque el visir otomano recibía con ceremonias a los embajadores extranjeros en una puerta cerca de su palacio.
ᴅ. 63 años después de la muerte de Newton, el escritor alemán Johann Wolfgang Von Goethe replicó el experimento sobre la refracción de la luz. Al ver que en la descomposición de la luz blanca no se encontraba entre los colores el púrpura, concluyó que la óptica no concordaba con la experiencia de la vida cotidiana; hizo una organización de los colores que a diferencia de la rueda de colores newtoniana, agrupaba en 3 pares los colores, y lo llamó círculo cromático.
ᴇ. Carlos Linneo, fue un zoológo, botánico y naturalista sueco al cual debemos la nomenclatura binominal en la clasificación de los seres vivos. La referencia de sus obras completas junto con la biblia como únicas lecturas de Vredjuik es absolutamente hilarante; para los religiosos, Linneo se encargó de degradar al hombre al nivel de los animales, fue el primero en catalogar al homo sapiens junto a los primates. Es muy graciosa la contradicción en las lecturas de Vredjuik...
Notas musicales
¹ Decir que el sonido es luz degenerada es temerario; si bien hay una relación entre ambas manifestaciones de las perturbaciones del espacio, no podríamos decir en función de qué se puede establecer una jerarquía, es decir, si se afirma que el sonido es luz degenerada, también se podría decir que la luz es sonido degenerado; claro que en el cuento este postulado se da a partir del pensamiento de la cualidad espiritual y sublime de la luz. Lo cierto es que no es descabellado decir que una onda de luz podría transformarse en una onda de sonido. Hablar del proceso es largo, y francamente no me siento dotado ni del conocimiento necesario ni de la terminología adecuada; pero baste al lector (como a mí) poner su atención en fenómeno como la transformación de sonido en electricidad cuando se habla por un micrófono, y su posterior transformación en sonido cuando se emite por un altavoz; en el intercambio de información por redes de fibra óptica; y varios fenómenos afines...
² El sonido es una onda de tipo mecánico, lo cual hace que necesite un medio para propagarse (por ejemplo, el aire) y la luz es una onda de tipo electromagnética, entonces no necesito un medio para propagarse, por lo tanto puede incluso moverse en el vacío. A simple vista y por sentido común, esto haría pensar que en realidad una cosa no puede transformarse en la otra; resulta curioso como a pesar de que luz y sonido son ondas, no se comportan igual, ni mucho menos se rigen por los mismos preceptos, pero esto no excluye la posibilidad de que una cosa se torne en la otra.
³ Siempre he encontrado muchas irregularidades en cuanto al término Diapasón. Por ejemplo, en la RAE lo definen como "intervalo que consta de cinco tonos, tres mayores y dos menores y de dos semitonos mayores, diapente y diatesarón." El Diccionario De Música de Manuel Valls Gorina dice que es una “frecuencia-tipo asignada a un sonido, que regula y condiciona la de los restantes que integran un sistema musical.” Pero, no conforme con esto, es un instrumento inventado por John Shore en 1711 y además en muchos instrumentos —como en el violín o la guitarra, por decir dos ejemplos— es la parte donde se colocan los dedos para lograr emitir las distintas alturas que es capaz de alcanzar un sonido. Para empezar, francamente no tengo idea de qué diablos quiere decir la RAE con esa definición tan confusa: un intervalo es una distancia entre dos notas (únicamente dos) según el si suenan sucesiva o simultáneamente son llamados intervalos melódicos o armónicos, ahora si querían referirse con intervalo al total de la escala diatónica, que está compuesta por 7 notas; de nuevo es absolutamente raro lo que dicen, ya que la escala diatónica se compone de cinco intervalos de tono y dos de semitono; por último dice que sus simitonos mayores (cosa que en ningún otro lado he oído o leído nombrar) son el diapente que es un intervalo de quinta y el diatesarón, que es un intervalo de cuarta, intervalos, por supuesto, compuestos por más de un semitono (que dicho sea de paso, es de una extensión definida, y en el sistema temperado son todos del mismo tamaño). Por otra parte es una herramienta de acero con forma de tenedor de dos picos que se utiliza para afinar; está herramienta da un sonido definido que se conoce como La 3 (440 Hz.).
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