La mitología de todos los pueblos y naciones es rica en historias que aluden a la música, su origen, su significado y sus instrumentos; por ejemplo: el mito de La Lira de Orfeo, la cual le fue entregada por Apolo y que él modificó agregando dos cuerdas más a las 7 que ya tenía, para rendir homenaje a las Musas; o la leyenda de un enviado del emperador Hoang Ti, que en el siglo VI a. C. recibió del mítico Ave Fénix la revelación de los doce sonidos de la escala, y que, además le construyó 12 flautas: una para cada sonido.
Este cuento (que en realidad es un mito) es, también, epígrafe del capítulo Seseribo (si se le puede llamar capítulo) de la novela Tres Tristes Tigres de Guillermo Cabrera Infante. Obra rebosante de música, por su puesto, y magia. En dicho capítulo, Cabrera Infante presenta a Eribo, un bongosero cubano convertido en agente de publicidad —dicho sea de paso, el personaje que más simpatía me causa de la novela— que retoma su carrera de música al tiempo que cuenta su relación con la vedette que él mismo descubrió y bautizo: Cuba Venegas. Me gusta pensar que su nombre es una adaptación del nombre de mítico tambor seseribó, que ese nombre quiere decir: tambor que sí suena. En fin, entre que si es o no, lean este buen ritmo caribeño.
Ekué era sagrado y vivía en un río sagrado. Un día vino Sikán al río. El nombre de Sikán podía querer decir mujer curiosa —o nada más que mujer. Sikán, como buena mujer, era no sólo curiosa, sino indiscreta. Pero ¿es que hay algún curioso discreto?
Sikán vino al río y oyó el ruido sagrado que solamente conocían unos cuantos hombres de Efó (ᴀ). Sikán oyó y oyó —y luego contó. Lo dijo todo a su padre, que no le creyó, porque Sikán contaba cuentos. Sikán volvió al río y oyó y ahora vio. Vio a Ekúe y oyó a Ekúe y contó a Ekúr. Para que su padre le creyera persiguió al sagrado Ekúe con su jícara (que era para tomar agua) y alcanzó a Ekúe, que no estaba hecho para huir. Sikán trajo a Ekúe al pueblo en su jícara de beber agua. Su padre le creyó.
Cuando los pocos hombres de Efó (no hay que repetir sus nombres) vinieron al río a hablar con Ekúe no lo encontraron. Por los árboles supieron que lo hicieron huir, que lo habían perseguido, que Sikán lo atrapó y llevo a Efó en la jícara del agua. Esto era un crimen. Pero dejar que Ekúe hablara sin tapar los oídos profanos y contar su secreto y ser una mujer (¿pero quién si no podía hacer semejante cosa?) era más que un crimen. Era un sacrilegio.
Sikán pagó con su pellejo la profanación. Pagó con su vida, pero también pagó con su pellejo. Ekúe murió, algunos dicen que de vergüenza por dejarse atrapar por una mujer o de mortificación al viajar dentro de una jícara. Otros dicen que murió sofocado, en la carrera —no estaba, definitivamente, hecho para correr. Pero no se perdió el secreto ni el hábito de reunión ni la alegría de saber que existe. Con su piel se encueró el ekúe,¹ que habla ahora en las fiestas de iniciados y es mágico. La piel de Sikán la Indiscreta se usó en otro tambor, que no lleva clavos ni amarres y que no debe hablar, porque sufre todavía el castigo de los lenguas-largas. Tiene cuatro plumeros con las cuatro potencias más viejas en las cuatro esquinas. Como es una mujer hay que adornarlo lindo, con flores y collares cuaris. Pero sobre su parche lleva la lengua del gallo en señal eterna de silencio. Nadie lo toca y solo no puede hablar. Es secreto y tabú y se llama seseribó.²
Notas
ᴀ. Este mito es de origen africano, supongo que etíope, pues en dicho país hay una región llamada Efó. Estos pocos hombres de los que habla la leyenda son el culto secreto que rendía homenaje a Ekúe. Cuando los esclavos africanos fueron llevados a Cuba, estas tradiciones echaron raíces, dando origen a una serie de grupos secretos conocidos como los ñañigos o abakúa. Estos grupos impactaron no sólo a nivel social, sino moral y económico en la isla. Su agrupación está inspirada en el mito de Sikán, del que hay muchas versiones; pero, todas tienen el común denominador de Sikán revelando el secreto de haber oído a Ekúe.
Notas musicales
¹ El Ekúe es un tambor de orden ritual, el más importante para los ñañigos. Lo usan para sus ceremonias de iniciación. Es el tambor fundamento y se toca por fricción, es considerado la vos sagrado del dios pez Abasi Tanze. Nunca aparece en público, y se coloca en una esquina o cuarto secreto, detrás de una cortina. Otros tambores de orden ritual son el Mpegó, que a diferencia del Ekúe, sí aparece en público; el Nkríkamo que es un tambor de menor que sirve para llamar a los espíritus y el Seseribó.
¹ El Seseribó es el cuarto tambor que los ñañigos usan en sus rituales; consiste en una copa de madera forrada por láminas de plata en su interior y piel en el exterior. En el depositan los elementos que confirman la hermandad ñañiga; como se dice en el mito, no debe sonar.
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