jueves, 26 de noviembre de 2020

Una lección musical para el (re)uso del tiempo

I.
Hoy la vida no va a volver a desperdiciar nada. Está harta de esquilmar el porvenir, sacando un nuevo día —cada día— para ponerlo mañana delante del de hoy. La faena es ingrata, pues esos días están opacos hasta que los ilumina el sol; por lo que ver qué deparan es imposible y ésto llena de natural rencor a los hombres, rencor hijo de la incertidumbre. La vida se ha prometido renunciar a la renovación; aprendió una valiosa lección de la música: la inteligente combinación de doce sonidos —doce posibilidades— nunca terminará de ser explotada; es así que la vida pretende aplicar a su sistema la economía inmejorable del reuso; reuso musical libre de desgastes y remplazos. Hay que insistir: las mismas doremifasolasido que usó Haydn le sirvieron a Bach antes y a Debussy después, y seguirán sonando nuevas porque nacieron aboliendo el desgaste, se renuevan con el uso.
Por eso la vida nos propone: volver, repetir los días, reusarlos sin temor a que les salgan hoyos o desluzcan a la luz del sol. Desde mañana vamos a regresar hacia el primero de los días del existir de todo. Hoy es una señal de retorno y no hace falta más que dar media vuelta y que el futuro sea ayer.
Hay muchos beneficios en reutilizar los días: El primero es la solución de la opacidad y el misterio del quévendra. Se podrá saber al punto lo que pasó. Convirtiéndo a la Historia en la nueva ciencia que predice al nuevo futuro desde la antigüedad.
Esto no quiere decir que tengamos que deshacer nuestros pasos al punto. La cualidad del reuso es la reinvención; de nada sirve reusar si se repite el uso primero. Hay que renovarse o morir, pero renovarse en algo viejo. Por más explotadas que están nuestras doremifasolasido, rara vez se usan de la misma forma.
Me preguntan si no le tengo miedo a no tener futuro, antiguo futuro —tenemos que decir—; y la respuesta es: no. La literatura me ha preparado para volver a vivir: desde Rosenblum, pasando por Raegge, siguiendo con Unamuno y el Señorísimo Fernández, también Dunne y todos los arqueólogos del mundo, sin olvidar algo de Bergson. Estos pensadores se han anticipado al pasado prometido, dándonos las claves para disfrutar del vino más añejo de todos; el de la cosecha pretérita que desde mañana ayer será el doble de añejo.
A todo esto, recuerdo que hace un mes me enfermé de gripa estacional y el poder volver a aquellos días con la salud repuesta me hace sentir que iré mejor preparado para no enfermarme y hasta evitar todas las caídas que tuve. Se puede pensar que la vida se ha vuelto loca, pero el orden de los factores no altera el producto: si aquella navaja que entró en mi piel hace unos años, sale y me deja sin herida, no quita el hecho primero de haberme herido. Lo hecho, hecho está.
Sólo hay algo en todo esto que me preocupa. Hoy que es el último día antes de regresar al día de ayer y me he prometido no dejar nada inconcluso, por lo que de entre la vieja gama del pasado, deberé elegir el día de mi alumbramiento para finiquitar mi vida. Circunstancia que no me entusiasma, porque empezar terminando no es la mejor manera de decir que he podido concluir eficazmente todo lo que me he propuesto hasta hoy...

-I
Si los días van a volver como buscando su principio, cada vez más hacia atrás; lo último será lo primero. Situación que plantea una complicada aplicación de otra enseñanza musical: cuando hay dos notas iguales, una detrás de la otra; digamos un fabemol y su gemelo posterior, lo que las diferencia sobre todo es el acento. La naturaleza de la música permite expresar dos cosas iguales de forma ligeramente diferente. Siendo así que, el primer fabemol sonará un poco más fuerte que el segundo [tal vez porque el que pega primero, pega dos veces... no lo sé], pero, si invertimos los papeles, si lo último viene primero, si el débil suena fuerte y viceversa, ¿estaremos verdaderamente dando la vuelta en el tiempo? Trabajosamente hemos cambiado el curso del agua del mar, río arriva hacía la montaña, como para que resulte que eso nos da lo mismo que si el agua corriera como siempre. Temeríamos que el orden de los factores no altera el producto. ¿Puede la música resolver este problema? Sí. Los días como las canciones no son circulares. Aunque tengan un principio que parezca llevar a otro principio después de un teórico final. Cada día y cada canción presentan diferente desarrollo; no importa que vengan a ser iguales donde acaban y donde empiezan, o sea en el silencio. Aquí los factores nos importan más que el orden, pues éste ya está dado. No se puede cambiar el destino, pero sí la forma de llegar. Quiero decir que, mientras repitamos el día a día aunque sea con variantes, siempre viviremos el día a día, y aún sin hacer nada, los días continúan, hacia atrás, claro está.

Bibliografía recomendada para sobrevivir al pasado, una vez más.
 
• Aub, Max. Versiones & subversiones.
• Bergson, Henri. Memoria y vida.
• Bergson, Henri. Historia de la idea del tiempo.
• Dunne, John William. Un experimento con el tiempo. Biblioteca personal Jorge Luis Borges
• Fernández, Macedonio. Papeles de Recienvenido y Continuación de la Nada.
• Killaloe, s/nombre de pila. Historia universal.
• Rosenblum, Aaron. Back to happiness or on to hell.
• Raegge, Félicien. La flèche du temps.
• Unamuno, Miguel de. Poesía completa.

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