jueves, 11 de febrero de 2021

¡Oh, inmemorable musa!

Memorabilia que ayuda al desconocimiento general de la musa ausente (y de otros famosos desconocidos); en éste cuento trato de hacer recuento de Mnemosyne y de Letheo, seres semejantes pero separados por su causa y su cause: ofrezco respuesta a la pregunta de ¿qué pasa cuando dos ríos se juntan?: ambos se pierden como en la mente de Platón preguntando por las unidades que dan 2 en el 1+1. Léase (en la medida de lo posible) sucesivo, como el agua que no se sabe dónde comienza y dónde acaba.

 
Antes que nada, debes saber que hay una diferencia definitiva entre «no poder olvidar» y «recordarlo todo»; pues lo primero es una prisión, mientras que lo segundo es la absoluta libertad.
Polaridades: diferencias e imitaciones / Gabriela Témprano

«Si yo fuera un dios —se decía una vez más— no tendría memoria, puesto que al ser eterno, estaría existiendo incesante en todos los tiempos, viendo suceder simultáneos los eventos pretéritos, presentes y porvenires»
«Pero soy mortal, tan frágil que nací, como toda mi estirpe, bajo el signo de la corrupción»
Aletheo pensaba tanto en lo mismo, que de repente se confundía un poco entre lo que era el pensamiento primero y su posterior recuerdo; pues su memoria era prodigiosa, de una precisión tal que, a veces, no distinguía entre un hecho sucediendo y otro siendo rememorado.
Hacia días que no salía de casa, precisaba de un ámbito cerrado para evitar que las cosas que percibía fuesen evocadoras de recuerdos; una flor y toda la geometría implícita que poseía, la primera y todas las sucesivas veces que sus sentidos se encontraron con aquel género botánico, los días y las horas exactas de esos acontecimientos, luego el significado extendido: la flor y ella, la flor marchita sin ella, la flor antes de la flor, la combinación de aromas entre ella y la flor, la flor y su situación espacial, la flor general, la flor única en su expresión...
En efecto, para Aletheo, que podía conservar la detallada impresión de sus días, había un evento capital que constituía la proyección del futuro, y la determinación del pasado; de algún modo asoció todos los acaecimientos de su existencia con el tiempo en el que se amó con Syne.
Syne, aunque no era la antítesis de Aletheo, era contrastante con él; gustaba de la impresión novedosa de los sentidos, buscaba hacer todo como si fuera la primera vez, sin dejar que la experiencia contaminara el resultado de sus acciones. A Syne, por ejemplo, le gustaba recostarse sobre la hierba y mirar el cielo, sin pensar en todas las veces que así lo había hecho, sintiendo diferente cada interacción entre su cuerpo y el enorme espacio que la contenía. Aletheo, no perdía ninguna impresión, en su pensamiento se acordaba de que: «Todas las cosas que hacemos, siempre se hacen por vez primera, aunque sean gestos conocidos y reconocidos». Veía a Syne y continuaba pensando en sus recuerdos: «La asociación de elementos semejantes crea un modelo ideal de las acciones y los objetos, que eventualmente se vuelve el recuerdo unívoco que impera en la memoria de aquellos que no pueden aprehenderlo todo». En la práctica estaba de acuerdo con Syne, pero, en la teoría, lamentaba que Syne no pudiera diferenciar, más que a fuerza de voluntad, todas sus acciones.
Aletheo no era ingenuo, en su primer encuentro con Syne, pudo vislumbrar con alta precisión el momento en que se separaría de ella definitivamente.  Recordaba las cosas que aún no habían sucedido porque las que ya lo habían hecho, lo encaminaban sin contratiempo a lo determinado; esa previsión tenía un límite de no más de 4 o 5 años, por lo que con todo y todo, siempre había una eternidad de ignorancia frente a él. Esto nunca lo afectó y antes, más bien, le dió el alivio de vivir una vida con un propósito tan definido que era imposible equivocarse puesto que el error era resultado del acierto.
Al menos así había sido hasta entonces, porque el dolor calculado que había previsto lo estaba superando últimamente, cuando la memoria, dócil por naturaleza, comenzaba a salírsele de las manos y lo hacía recordar contra su voluntad la felicidad y el amor perdidos.
Desde hacía días que no podía poner un pie fuera de casa sin que lo asaltaran las visiones de lo acontecido, que lo llevaban a calcar las acciones de sus días más alegres junto a Syne, como si un yo del pasado tomara el control de su presente y lo obligara a ejecutar la pantomima de la felicidad; hacer de sus precisos recuerdos cosas que estaban sucediendo en ese instante.
Estas imitaciones que escapaban de su control le hacían perder el hilo de la realidad, porque eventualmente tenía que dormir, y al despertar comprobaba que Syne no estaba. Lo que sentía haber vivido era la falsificación de un momento único que vivió con ella. Lo irritaba bastante su pérdida de noción; le quitaba el carácter de único a esos recuerdos de su vida con Syne, pues para su memoria había seis o siete veces el mismo día, eidético, pero sólo uno era el original.
Al dolor de no estar con Syne, se le superponía el equívoco paliativo de recordar haber estado con ella la víspera. Entonces se quedaba quieto en medio de la habitación, haciendo una detallada distinción de lo que era real y lo que era falso. Y pensaba: «Si yo pudiera olvidar contra mi voluntad, como recuerdo también contra mi voluntad, podría ser mortal y alcanzar la paz de la distinción. Poder desechar las repeticiones por que no hacen más que redundar en lo inútil. Pero tengo ante mí toda mi vida para examinarla y a menudo me acuerdo de mi acordándome de otro recuerdo, y me siento atrapado en una habitación con paredes de espejos».
La única diferencia entre todos los lados de un triángulo equilátero es que cada cuál no es el otro; inclinación, longitud, y cualquier detalle es análogo entre cada recta, pero nunca llegan a la homologación y Aletheo que estaba perdido entre recuerdos, sólo podía asirse de esto para no terminar varado entre las repeticiones. En medio de la habitación dubitaba, sin llegar a darse cuenta del todo que, hacía mucho que recordaba la misma cosa: un enorme recuerdo compuesto de recuerdos igual de grandes; porque etéreos todos, cabían unos dentro de otros sin contradicción del espacio, puesto que no había espacio.
Harto de este bucle, donde su adorada Syne estaba cayendo en aquella repetición que él buscaba evitar, Aletheo tramó la solución definitiva, y consciente de que un mal recursivo no se puede combatir desde un sólo flanco, equilateró su estratagema:
A) No podía aceptar no estar con Syne, pero incapaz de recuperarla, decidió sucumbir a revivir los días que pasó con ella.
B) Pero para no traicionar la naturaleza de Syne con esta servidumbre, encontró en su memoria el momento antes de vislumbrarla en su porvenir. De este modo consiguió una forma de olvidar, superponiendo a todo recuerdo duplicado, la sensación de no conocer todavía, de no saber; pues la presencia de la ignorancia es capaz de encubrir cualquier fantasía.
C) La última determinación fue editar sus recuerdos, tomar un poco de todos para combinarlos y de alguna forma crear nuevas versiones de su vida con Syne, explotando las posibilidades infinitas de una memoria infinita, obligándose a recordar determinados gestos en determinados momentos, días felices que serían cubiertos con la esencia del desconocimiento al anochecer.
Sin embargo, éste abuso de la verdad para tornarla en mentira no podía haberse sosteniendo, sobre todo cuando presto para poner en marcha su plan, Aletheo se levantó por fin y saliendo a la calle por primera vez en mucho tiempo, se encontró con Syne, sin poder decirse si era ella o sólo la noción de ella.

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