miércoles, 27 de febrero de 2019

Antología de cuentos sobre antropofagia: Índice-Menú temático

«¿Antropofagia, canibalismo; comer carne humana?». Suscita sorpresa entre mis amigos cuando les hablo del tema de esta antología. Supongo que no es para menos, y en el fondo comparto ese sentimiento de repulsión, turbación, morbo y (malsana) curiosidad que nace al pensar en todo lo que implica este asunto. Entonces, ¿por qué darse a la tarea de antologar textos acerca de algo que incluso uno repudia? Pues, porque —para mí— este tema es la hipérbole de otro que atañe a mi naturaleza: Soy un pésimo comensal desde niño; la comida siempre fue un problema y... confieso, avergonzado, que el sólo pensar en la idea de comer —masticar, deglutir, digerir y defecar—, me fatiga y hasta me asquea un poco. A veces envidio la fotosíntesis y hasta he llegado a desear convertirme en árbol. Prefiero no sacar conclusiones de estas apreciaciones peregrinas. Lo cierto es que si me preguntan cuál es la hipérbole contraria de ser un pésimo comensal, yo respondería que es ser un excelente omnívoro; al grado de no tener problema con devorar, dado el caso, hasta a otro ser humano. De allí nació la idea de buscar estos textos, entender sus contextos y desentrañar un corolario sobre la naturaleza humana a partir del trivial acto de la alimentación, del hambre, del apetito y también de la gula.

Apuntes para una fenomenología de la antropofagia (en la literatura)

Antes de partir a la aventura de cazar los textos necesarios para la antología, es preciso delimitar el fenómeno; y la primera tarea es definir qué es la antropofagia, cuáles son sus características y, además, qué no es antropofagia.
El [no siempre acertado] diccionario de la RAE recoge por definición de Antropofagia que es la «Acción de comer el hombre carne humana». Lacónica acepción y de etimología transparente. Pero, es menester comprobar qué tan cierta resulta y poner a prueba su significado. 
El concepto clave es «carne humana», por «carne» se debería entender únicamente «tejido muscular», y es aquí donde la definición colapsa; entra en conflicto con la realidad, porque, ¿acaso si uno se come la dermis de otro ser humano, no está cometiendo un acto antropofágico? o ¿si se bebe la sangre (o algún fluido vital) del prójimo, no hay, también, un acto de antropofagia? Es decir, la definición etimológica reza literalmente que la Antropofagia es comerse al hombre y bajo esa premisa deberemos seguir. 
Sé qué se me puede objetar al respecto: por ejemplo, que beber sangre, en esencia, no es antropofagia, sino hematofagia, pero esto no es más que aspirar a ser muy específicos [y siendo así, el término correcto es antropohematofagia]; o que si uno se come las uñas es, a todas luces, un antropófago. Tenemos que matizar: La Antropofagia es comer del hombre algún tejido o fluido vital, sin importar si la persona que es consumida está viva o muerta. Este último punto es importante, porque en cierto sentido, casi que todo acto de antropofagia lleva implícito un acto de necrofagia —pero de eso hablaré después a detalle—. Ahora bien, entendida esa condición especial de «consumir tejidos o fluido vital» es importante precisar que quien lo haga debe: 1) ser humano y 2) estar vivo. Puede que parezca una tontería, pero a priori, éstas dos condiciones excluyen por completo textos sobre: Dioses [∆I], Demihumanos (monstruos [∆II] hombres lobo, zombies, demonios, vampiros [∆III] y etc...) puesto que —válgame la obviedad— o no son humanos, o no están vivos, o ambas. Nos interesa el fenómeno humano solamente y por ahora. Aclarados estos puntos, los textos aquí han de incluir estas convenciones elementales:

Un ser humano vivo se come los tejidos o fluidos vitales de otro ser humano (vivo o muerto) o de sí mismo [bajo el entendido de que él es un ser humano susceptible de ser devorado].

A partir de estas ideas podemos derivar algunas observaciones:
  1. (Casi) todo acto de antropofagia lleva implícito un acto de necrofagia.
  2. Pero ¿cómo podemos afirmar o negar la presencia de la necrofagia, y más partiendo de la idea de que la vida (el estar vivo) es una condición absoluta e indivisible del cuerpo (humano)? Por el simple y sencillo hecho de que, si lo consumido es cocinado, entonces el producto está muerto —al menos, celularmente hablando—. La diferencia se funda, pues, en comer tejidos o fluidos crudos o cocidos.
  3. Por fluidos vitales entenderemos: sangre, médula, líquido amniótico, líquido cefaloraquídeo, etc...; y vamos a excluir los desechos o líquidos cuyo consumo no sea susceptible de tipificarse como antropofágico: jugos gástricos, lágrimas y saliva, orina etc. La diferencia entre estos líquidos es que la pérdida de los primeros puede resultar fatal, mientras que la perdida de los segundos es resultado de procesos naturales del cuerpo. Bajo la misma premisa, la tricotilomanía, la onicofagia y la mucofagia, —por nombrar algunos hábitos (que no enfermedades) alimenticios que se aprovechan del cuerpo— no son una práctica antropofágica (así como no lo son el consumo de otros desechos del cuerpo, algo más repulsivos que los anteriores).

∆. Escolio I
De Dioses y deifagia
La reciente lectura que hice de las Fabulæ de Higino —no sólo en busca de más textos para esta antología, sino por verdadero interés relativo a la Mitología grecolatina— me lleva a desarrollar un poco el tema de la pseudoantropofagia. Como decía anteriormente, me interesa el fenómeno puntualmente humano, por lo que excluí aquello que sobrepasa las fronteras preestablecidas. Lo primero que sale de mi catálogo es el episodio mítico de Cronos y sus hijos —historia que ha tenido gran repercusión en el arte—. La razón por la que no recogí alguna narración sobre Cronos es que, en este caso debemos hablar de Deifagia; es decir, Cronos y sus hijos no son humanos, sino dioses. Los detalles de su historia no son únicos y constituye un mitema propiamente dicho: un vaticinio le anuncia al titán que de los hijos nacidos de la unión con su hermana Rea, uno está destinado a destronarlo, así que para evitarlo, devora a su prole sistemáticamente, así como van naciendo (nótese la semejanza con la persecución de los neonatos por parte de Herodes en el mito de Cristo): Hestia, Demeter, Hera, Hades y Posidón sufrieron tal destino, sólo el último, Zeus, se salvó Merced a un ardid de Rea; al final Cronos es nuevamente engañando haciendo que vomite a sus hijos y luego es derrotado por Zeus, sus hermanos, llamados Olímpicos, los Cíclopes y los Hecatonquiros. Todas las veces que a un rey o dios —después de lo sucedido con Cronos— se le profetizaba que un hijo suyo iba a destronarlo o que perecería a manos de él, no se volverá a recurrir a la antropofagia o deifagia como estrategia para evitarlo, aunque, huelga decirlo, los métodos crueles para tratar de evitar nunca faltan. 
∆. II
De metamorfosis monstruosas
En la mitología abundan episodios donde, por intervención divina, muchos personajes son convertidos en seres monstruosos; a veces como castigo, gesto de piedad, capricho de los dioses o por alguna otra razón menor. Es el caso de Escila —de la que hay muchas genealogías— una hermosa doncella —detalle en la que están de acuerdo la mayoría de los mitógrafos— que habría sido transformada en un horrendo monstruo por la diosa Cirse —los motivos también son varios, pero en general el mito se relaciona con Glauco y Posidón, personajes que tendrían un papel activo en la motivación de Cirse—; se supone que seis perros le brotaron de las ingles, con los cuales arrebató a seis compañeros de Ulises cuando su embarcación pasó cerca de ella. Se dice que acostumbraba a devorar marinos. Escila es —para mí— un ejemplo evidente de pseudoantropofagia; es claro que ella no es humana, pero al mismo tiempo uno no deja de ser del todo lo que es en sí. El punto es que, excluyo esta narración porque me parece que en cierta forma no concierne al fenómeno humano; se juzga por eliminación que los monstruos devoran hombres, y no hay mucho que se pueda pensar al respecto. Es la naturaleza misma de la bestia. Otra metamorfosis monstruosa (y mucho más clásica en la tradición que la anterior) es la de Licaón. Como de todos los mitos, hay varias versiones, pero todas coinciden —más o menos— en que Zeus, disfrazado como viajero se hospedó en la morada de Licaón; él o sus hijos, para averiguar si su huésped era un dios, le sirvieron a un niño destrozado en los alimentos —o a uno de sus hermanos—, al darse cuenta de esto, el dios transformó a Licaón en lobo (y en algunas versiones también a sus hijos), pero no conforme con ello y pensando que los humanos eran una raza degenerada, envío el diluvio universal. Ahora bien, del nombre de Licaón ya se adivina un poco la relación con el término Licántropo; es decir, hombre lobo. Se supone que los descendientes de éste habrían tenido habilidades teriantrópicas y se transformaban a voluntad en hombres mitad lobo que devoraban humanos. No hace falta decir por qué no hay ejemplos en esta antología. Pero no está de más mencionar el capítulo 56 del Satiricón de Petronio, que precisamente narra la teriantropía de un soldado que, por medio de una especie de ritual mágico (se desnuda, orina al rededor de sus prendas, él se transforma en licántropo y su ropa se petrifica), es capaz de cambiar su forma y se va a devorar ovejas. Quiero comentar por último otro caso extraordinario, que [si consigo cierto libro sobre mitógrafos que explican los mitos a partir de conjeturas razonables] tal vez llegue a figurar aquí, junto a los anteriores, pero vistos con una óptica renovada. Se trata de la historia del Minotauro de Creta. A diferencia de los monstruos anteriores, este ser es una especie en , no algo que dejó de ser lo que era. Habría sido producto del bestialismo de su madre Pasífae con el toro que Hércules llevó a Creta mientras cumplía sus pruebas; —dependiendo del mitógrafo— infundida de pasión anómala por Venus o Neptuno, pide ayuda a Dédalo para que le construya una vaca de madera donde se introduce para satisfacer su deseo de copula. El mismo Dédalo se encargará después de edificar el célebre laberinto donde el monstruo será recluido. Devorador de hombres, el Minotauro es otro pseudoantropófago, ni humano, ni animal; como decía, su media naturaleza feral justifica sus acciones y nulifica la mitad humana en este proceder).
∆III
El vampirismo y lo vampírico

Una cuestión de matices: diferencias entre conceptos afines

Es precioso dejar en claro cuáles son las diferencias entre Antropofagia y Canibalismo
En principio, hay señalar que hay un error frecuente al hablar del tema del consumo de carne humana y es: pensar que los términos anteriores son sinónimos. Casi que podríamos decir —a manera de paradiástole— que: No todo el comer carne humana es canibalismo
La voz «caníbal» es una deformación de «Caribbean», que (discúlpeseme la obviedad) se refiere a los habitantes del Caribe; célebres, entre otras cosas, por su conocida costumbre de devorar seres humanos. Las referencias y testimonios sobre estas particulares sociedades abundan en la literatura, hay que recordar, por ejemplo, a Viernes del Robinson Crusoe de Daniel Defoe
En rigor, el Canibalismo está supeditado a la Antropofagia, pues éste es una manifestación específica del fenómeno global de la Antropofagia. Una que tiene una condición cultural —desagradable— de carácter tradicional.

Elementos para una taxonomía del fenómeno antropofágico

A) Por sus motivaciones y su origen. Delimitado el campo de acción, ahora hay que ordenar los elementos que resultan de la selección; buscar las semejanzas y las diferencias. La mejor forma de hacerlo es a partir de las motivaciones que tiene un hombre para volverse antropófago.
Quizá peco de arbitrario, pero para comprender el por qué, primero debemos analizar las sociedades donde se llega a consumir carne humana. 
Entenderemos dos mentalidades que, a falta de conceptos más apropiados, llamaremos Civilización y Barbarie. [Advierto que no se sobrentienda que lo 'Bárbaro' es absolutamente incivilizado; sino que, más bien, hablamos de sociedades fuera del establishment].

Imagino una sociedad hipotética: la Civilización, donde la práctica de comer carne humana fue abolida. Los relatos que se enmarcan en esta posibilidad plantean un conflicto que obliga a los individuos civilizados a ir en contra de sus principios y consumar la antropofagia. El conflicto surge de la necesidad de supervivencia y ésta, a su vez, del Hambre. ¿Qué cosas pueden producir un hambre tan bestial que uno abandone su razón y se alimente del prójimo? La Guerra, y más específicamente, el Sitio de una población; la Enfermedad; la Miseria económica; y el Aislamiento.
La lucha de lo Civilizado contra la primitiva necesidad de comer. El común denominador son la Hambruna y la Escasez. Tales son la primera categoría global y sus capitales:

La hambruna
  • El Sitio: Relatos de guerra, donde un individuo o una población se ven orillados a comer carne humana para sobrevivir.
  • La Enfermedad: Relatos de pestes y epidemias, donde ciudades o poblaciones se quedan sin alimentos o sin forma de producirlos.
  • El Aislamiento: El signo de estos relatos es el de un miembro o un grupo de una cultura donde la práctica antropofágica no existe, pero que un accidente o contingencia los deja en algún lugar donde los alimentos son escasos o nulos. No tiene que suceder en el contexto de una ciudad, o una población; puede pasar en islas, desiertos, montañas, vagones de trenes atrapados en la nieve, y un largo etc.
  • La Miseria: Historias donde ni la guerra ni una enfermedad causan estragos en la sociedad, sino, más bien, derivan de malos manejos económicos; a menudo se vinculan con alguna cuestión de gobiernos ineficientes y corruptos. Los alimentos se agotan y los hambrientos recurren a medidas desesperadas para sobrevivir.
Del otro lado tenemos a las sociedades Bárbaras. Que, como decía, en rigor no son incivilizadas; sin embargo, conservan prácticas caníbales por tradición cultural o religiosa. Estas sociedades son por lo regular asentamientos remotos, en condiciones de vida agrestes. En algún grado son contrarias a lo civilizado, son Exóticas. Hay dos motivos globales de estas sociedades para su canibalismo: que es cultural o que es ritual; en la subcategoría Tierras de Ultramar recojo los relatos de antropofagia cultural, o sea una práctica gastronómica natural; y en Ritos habrá textos donde el consumo de carne humana tiene un sentido religioso o trascendental. A menudo también pueden tener el síntoma de la escasez de alimentos, pero han tomado el canibalismo sin tabúes, es una alternativa de vida. No tienen conflicto, sus acciones son lógicas y razonables; por lo regular es un espectador ajeno a esa sociedad quien nos relata sus impresiones; un náufrago, un explorador, un misionero, etc. El punto es que proviene de una sociedad civilizada y no puede hacer más que juzgar lo que considera bárbaro, entra en choque.

Lo exótico
  • Tierras de Ultramar
  • Ritos 
Hemos de volver a la Civilización y preguntar ¿si no es el hambre lo que lleva al hombre a cometer antropofagia, entonces qué más puede ser? Podrían ser la locura o la crueldad; un desquiciamiento, una desviación individual de la norma mental. Todo esto lo podemos agrupar en lo Psiquiátrico y delinearlo en: FetichismoDemencia y Consecuencialismo.

Lo psiquiátrico
  • Fetichismo: relatos donde los antropófagos sacian su apetito de forma sistemática y definida; incluso optan por seleccionar algún tipo de tejido o parte del cuerpo específico.
  • Demencia: textos donde la antropofagia resulta de un arranque de locura.
  • Consecuencialismo: en el rubro de la ética hay una corriente que estudia los actos humanos a partir de sus objetivos; ¿Qué consigue un hombre por hacer tal o cual cosa? Estos relatos cargan a tener en su tesis “el fin justifica los medios.” Normalmente se guiarán por gula y avaricia: son elementos como el dinero o el placer lo que orilla a los hedonistas y los desesperados a cometer las peores acciones contra sí mismos y contra los demás. En otros casos, el motivo será más que placer: la satisfacción por un agravio, un ajuste de cuentas. De cualquier forma, la antropofagia será un medio no necesario pero justificado por abstracciones.
Por último es necesario hablar de una categoría que es la excepción que amplía la regla: motivos tan excepcionales que podrían ser en sí mismos una categoría individual, pero cuya cualidad de únicas las hermana en su infrecuencia. Llamaré Extraordinario a todo esto. Su señal es que no obedece totalmente a las convenciones de Civilización o Barbarie, puede lindar con ambas, o pertenecer a una sin presentar sus características.

Lo extraordinario

Todo aquello que no se ajusta a las tres categorías anteriores.

Por supuesto, ese todo es susceptible de cambio, y muchos textos van a quedar a penas en una categoría de forma inestable; por ejemplo, Tombuctú de Maupassant —en donde hay elementos de lo exótico y del sitio— es una geometría inversa, porque no es el civilizado el que viaja a las Tierras de ultramar, sino que el salvaje termina en medio de una guerra entre “gente civilizada” y su canibalismo se ve solapado por ésta. Debería pertenecer a la categoría del Sitio, pero su espíritu es el de las Tierras de ultramar. En cada entrada procuraré explicar por qué cada relato fue tipificado en tal o cual categoría.

B) Por su preparación y cantidad
Hasta el detalle más pequeño arroja luz sobre lo que significa y representa algo, por ello no hay que excluir cosas como cuánta carne (o tejido) se consume y de qué manera se prepara (o no). 
Sobre el cómo: vislumbro las ideas de lo Crudo y lo Cocido.
¿Qué dice de la Antropofagia el hecho de que quien la lleva a cabo cocina o no lo que se come? Pues, en principio, revela la sofisticación del antropófago; un antropófago que en un arranque de locura le muerde los pechos a su mujer (como en el cuento de Pablo Palacio) revela un espíritu brutal, a diferencia de aquella nación que decide enlatar a sus ancianos (como en el texto de Max Aub), donde podemos ver una forma menos salvaje del mismo fenómeno. Encontraremos en esto una geometría contraria, correspondiente y paradójica; lo Crudo, contra todo pronostico, es propio de lo Civilizado, pues, por lo regular el acto antropofágico sucede bajo el signo del oportunismo o la locura; mientras que lo Cocido acontece bajo el signo de lo cotidiano, y ¿qué sería menos cotidiano que un caníbal en las Marquesas haciendo sopa de misionero?; es decir, lo Cocido pertenece a lo Bárbaro; mientras que lo Crudo es señal de lo Civilizado.
Ahora bien, distingo tres grados de antropofagia a partir de cuánta carne humana se consume y lo que eso nos revela de su motivación y mentalidad. Estos tres grados están íntimamente vinculados con cómo se procesa el producto. 
  1. Bocadillos: actos aislados, partes del cuerpo no seleccionadas y cantidades pequeñas, más propio de lo Crudo. La mayoría de estos actos pueden ser de antropofagia involuntaria (o accidental). No suele tener un motiv. Es propio de individuos.
  2. Platillos: actos premeditados, partes del cuerpo seleccionadas con cantidades considerables, entre lo Crudo y lo Cocido. Comienza a haber una antropofagia (canibalismo) estándar; también un motiv —razón para hacer. Propio de individuos o grupos pequeños.
  3. Banquetes: actos sistemáticos, partes del cuerpo seleccionadas con cantidades grandes o industriales, en su mayoría; propio de lo Cocido. Hay justificación total y hasta más de un motiv. Característico de grupos, comunidades y hasta naciones.
Un par de corolarios son:
  • Entre mayores sean las cantidades de carne que uno consume de su(s) semejante(s); más tendencia hay hacia lo Cocido. De esta observación podemos derivar un poco el hecho de que la antropofagia tiene un vínculo más fuerte con la gula y que el canibalismo está más asociación a un apetito controlado.
  • Estos tres órdenes también arrojan luz sobre la conciencia del hombre; los Bocadillos parecen ser actos de locura e inconsciencia que lindan con cierta inocencia, pero a medida que se tornan en Platillos o Banquetes el panorama se vuelve tétrico, porque se procede con un plan de acción definido; los actos de crueldad más moralmente terribles son los que implican un entendimiento pleno de lo que se hace, así como los actos de crueldad físicamente más terribles precisan de ignorancia —y hasta candidez o estupidez.
Ficción y realidad: guía de clasificación

Dicho todo lo anterior resta prevenir al lector potencial que todo sistema es susceptible de defectos, pero no se piense que me excuso por si he carecido de rigor; siempre me esfuerzo por ser puntual y preciso. Como dije arriba, la teoría es muy bella, pero la variedad literaria de los textos que se vayan incluyendo pondrá a prueba lo afirmado. A partir de aquí los textos tendrán una etiqueta de clasificación según su "por qué"; mientras que del "cómo" y "cuánto", me permitiré ofrecer mi análisis y razones en las entradas individuales.
Por otro lado, he hallado una serie de interesantes textos que, pienso, contribuyen a dimensionar y entender el fenómeno de la Antropofagia, pero por no ser ficción, o limitarse a especulaciones sobre el asunto, irán a una categoría paralela de Apéndices. Sin más, el índice:

A. Hambruna
     Sitio: 
     Enfermedad
     Aislamiento
     Miseria
B. Exotismo
     Tierras de Ultramar:
     Ritos
C. Psiquiátrico
     Fetichismo
     Demencia:
     Consecuencialismo
D. Extraordinario
E. Apéndices

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En un viejo cuaderno escolar tengo escrita esta frase al margen de una de las últimas páginas: Busco quién se acuerde de lo que se me olvida...